Adam Philippe, conde de Custine, general francés (n. 1740)
La historia de Adam Philippe, conde de Custine (4 de febrero de 1740 – 28 de agosto de 1793), es un vívido testimonio de la volatilidad y las crueldades de la Revolución Francesa. Este general francés, que inició su carrera al servicio de la monarquía borbónica, se vio envuelto en el torbellino de cambios políticos y militares que definieron el final del siglo XVIII en Francia, culminando en un destino trágico bajo la guillotina.
Una prometedora carrera bajo la Monarquía
Nacido en el seno de una familia noble en Metz, Adam Philippe de Custine se unió al ejército real francés como un joven oficial, un camino común para los aristócratas de su época. Su servicio lo llevó a los campos de batalla de la Guerra de los Siete Años (1756-1763), un conflicto global que reconfiguró el equilibrio de poder en Europa y el mundo. La experiencia adquirida en esta contienda le proporcionó un valioso conocimiento táctico y estratégico, puliendo sus habilidades militares desde una edad temprana.
Sin embargo, fue su participación en la Guerra de Independencia de los Estados Unidos lo que verdaderamente elevó su perfil. Se unió a la Expédition Particulière (Expedición Especial) del conde de Rochambeau, una fuerza expedicionaria francesa enviada para apoyar a los colonos americanos en su lucha contra Gran Bretaña. Custine desempeñó un papel crucial en la exitosa campaña de Virginia, que culminó con la decisiva Batalla de Yorktown en 1781, donde las fuerzas franco-americanas lograron la rendición del ejército británico. Este triunfo no solo aseguró la independencia americana, sino que también otorgó gran prestigio a los oficiales franceses que participaron. Tras esta gloriosa campaña, Custine regresó a Francia y se reincorporó a su unidad en el Ejército Real, portando la distinción de un héroe de ultramar.
Del Salón Político al Campo de Batalla Revolucionario
Con el estallido de la Revolución Francesa en 1789, la trayectoria de Custine tomó un nuevo rumbo. Fue elegido miembro de los Estados Generales, la asamblea que convocó Luis XVI y que rápidamente se transformaría en la Asamblea Nacional Constituyente. Representando a Metz, Custine navegó por las turbulentas aguas de la política revolucionaria. Su posición era compleja: si bien apoyó algunos de los Decretos de agosto, que abolieron privilegios feudales y establecieron la igualdad civil, también mantuvo una postura más conservadora al respaldar la prerrogativa real (el poder inherente de la monarquía) y los derechos de los emigrados franceses, aquellos nobles y clérigos que habían huido del país. Esta ambivalencia reflejaba las divisiones dentro de la propia nobleza y su intento de encontrar un equilibrio en un régimen en rápida evolución.
Tras la disolución de la Asamblea en 1791, Custine, como muchos otros oficiales con experiencia, volvió al servicio militar activo, reincorporándose al ejército como teniente general. Al año siguiente, 1792, un año crucial para la Revolución con la declaración de guerra a Austria y Prusia, reemplazó a Nicolas Luckner como comandante en jefe del influyente Ejército de los Vosgos. Demostrando su capacidad estratégica, Custine dirigió con éxito varias campañas en las vitales regiones del Medio y Alto Rin. Sus tropas lograron tomar ciudades estratégicas como Espira (Speyer) y Maguncia (Mainz), y rompieron las líneas fortificadas de Wissembourg. Estas victorias no solo aseguraron importantes posiciones en la frontera oriental, sino que también brindaron un impulso moral significativo a la joven República Francesa en sus primeras guerras contra la coalición europea.
La sombra de la sospecha y un indulto momentáneo
El año 1793 traería consigo una escalada de la paranoia política. Tras la aparente traición y deserción de Charles François Dumouriez, otro general revolucionario de alto perfil, el temido Comité de Seguridad Pública comenzó a investigar a Custine. En un ambiente donde la lealtad se ponía constantemente en duda y las derrotas militares se atribuían a la traición, la posición de Custine era precaria. Sin embargo, en un giro sorprendente, Maximilien Robespierre, una figura central y cada vez más influyente del Comité, montó una vigorosa defensa en su favor, que resultó en la absolución de Custine. Este episodio es particularmente irónico, dado el papel posterior de Robespierre en el Reinado del Terror y el destino final del propio Custine.
El declive militar y la caída en desgracia
A pesar de su absolución, el retorno de Custine al mando activo se produjo en circunstancias desafiantes. El ejército revolucionario había sufrido una sangría considerable, perdiendo la mayor parte de su cuerpo de oficiales experimentados y de sus tropas más veteranas, muchos de los cuales habían emigrado o habían sido purgados. En la primavera de 1793, una serie de reveses militares condujo a los franceses a perder el control de gran parte del territorio que habían adquirido con tanto esfuerzo el año anterior. La situación en los frentes era crítica.
Con la orden de tomar el mando del Ejército del Norte, Custine se enfrentó a una tarea hercúlea. Su prioridad inicial fue consolidar el control francés de los importantes cruces del Rin, especialmente la fortaleza de Maguncia. Sin embargo, los eventos se precipitaron rápidamente. Cuando no pudo socorrer la sitiada fortaleza de Condé, un punto estratégico vital, los ojos de París se volvieron a él con renovada crítica. Fue llamado a la capital, un signo ominoso en la época del Terror. Después de la pérdida definitiva de Condé, Maguncia y Espira, Custine fue arrestado, acusado de no haber defendido adecuadamente los intereses de la República. La paranoia y la necesidad de encontrar chivos expiatorios para las derrotas militares llevaron directamente a su caída.
El Tribunal Revolucionario y la guillotina
El juicio de Adam Philippe de Custine ante el Tribunal Revolucionario, un órgano infame del Comité de Seguridad Pública, fue un proceso largo y brutal. Antoine Quentin Fouquier-Tinville, el implacable fiscal público, lideró la acusación, presentando cargos de traición. Mientras tanto, Jacques Hébert, a través de su influyente y radical publicación Le Père Duchesne, continuaba atacando a Custine, denigrando su reputación y clamando por su cabeza. El juicio no fue tanto una búsqueda de justicia como un espectáculo político diseñado para infundir miedo y eliminar a cualquier sospechoso de deslealtad.
A pesar de haber sido defendido por Robespierre meses antes, el clima político había cambiado drásticamente. Custine fue declarado culpable de traición por mayoría de votos del Tribunal el 27 de agosto de 1793. Al día siguiente, 28 de agosto, el conde de Custine fue llevado a la guillotina, convirtiéndose en otra de las innumerables víctimas del Reinado del Terror. Su ejecución fue un sombrío recordatorio de que ni los héroes militares ni la antigua nobleza estaban a salvo de la furia revolucionaria.
El legado familiar: Resiliencia y exilio
La tragedia de Custine se extendió a su familia. Su hijo, también oficial, fue ejecutado unos meses después, lo que subraya la brutalidad indiscriminada del Terror. Su nuera, Delphine de Custine, sufrió varios meses en prisión, pero milagrosamente fue liberada en el verano de 1794, después de la caída de Robespierre. Con notable resiliencia, Delphine logró recuperar parte de la propiedad familiar, una hazaña rara en aquella época, y emigró con su hijo, Astolphe-Louis-Léonor, primero a Alemania y luego a Suiza. Astolphe, quien sería conocido más tarde como un célebre escritor de viajes, especialmente por sus relatos sobre Rusia, llevaría consigo el peso de la historia de su familia.
El destino de los Custine es, en muchos aspectos, representativo del sino de numerosos miembros de la aristocracia menor en Francia, particularmente aquellos que servían en el cuerpo militar y diplomático. Sus reputaciones fueron empañadas y sus vidas truncadas por los Montañeses durante el apogeo del Reinado del Terror. La historia de Adam Philippe de Custine es un relato cautivador de honor, servicio, ideales políticos complejos y la implacable máquina de la Revolución.
Preguntas Frecuentes (FAQs)
- ¿Quién fue Adam Philippe, conde de Custine?
- Fue un destacado general francés que sirvió a la monarquía antes de la Revolución y, más tarde, a la República. Su carrera abarcó la Guerra de los Siete Años, la Guerra de Independencia de los Estados Unidos y las primeras guerras revolucionarias, antes de ser guillotinado durante el Reinado del Terror.
- ¿Cuál fue su participación en la Guerra de Independencia de los Estados Unidos?
- Custine se unió a la Expedición Especial de Rochambeau y desempeñó un papel importante en la exitosa campaña de Virginia, participando en la decisiva Batalla de Yorktown en 1781.
- ¿Cómo fue su rol político durante la Revolución Francesa?
- Fue elegido miembro de los Estados Generales y sirvió en la Asamblea Nacional Constituyente como representante de Metz. Aunque apoyó algunos decretos revolucionarios, también defendió la prerrogativa real y los derechos de los emigrados, mostrando una postura moderada.
- ¿Por qué fue investigado por el Comité de Seguridad Pública?
- Fue investigado en 1793 tras la deserción del general Dumouriez, en un contexto de creciente paranoia y búsqueda de traidores. Fue absuelto inicialmente gracias a la defensa de Robespierre.
- ¿Cuál fue la causa de su condena y ejecución?
- Fue arrestado después de una serie de reveses militares, incluyendo la pérdida de fortalezas clave como Condé, Maguncia y Espira. Acusado de traición por el Tribunal Revolucionario, fue declarado culpable y guillotinado el 28 de agosto de 1793.
- ¿Qué le ocurrió a su familia tras su muerte?
- Su hijo fue ejecutado meses después. Su nuera, Delphine de Custine, fue encarcelada pero liberada tras la caída de Robespierre. Ella emigró con su hijo, Astolphe-Louis-Léonor, quien se convirtió en un notable escritor de viajes, llevando consigo el recuerdo de la tragedia familiar.