Los ejércitos ávaros y eslavos abandonan el sitio de Constantinopla.

El asedio de Constantinopla en 626 por los persas y ávaros sasánidas, ayudados por un gran número de eslavos aliados, terminó con una victoria estratégica para los bizantinos. El fracaso del asedio salvó al imperio del colapso y, combinado con otras victorias logradas por el emperador Heraclio (r. 610641) el año anterior y en 627, permitió a Bizancio recuperar sus territorios y poner fin a las destructivas Guerras Romano-Persas al hacer cumplir un tratado con limita el statu quo c. 590.