Emperador Qianlong de China (n. 1711)

El emperador Qianlong (25 de septiembre de 1711 - 7 de febrero de 1799) fue el sexto emperador de la dinastía Qing y el cuarto emperador Qing en gobernar China propiamente dicha, reinando desde 1735 hasta 1796. Nacido como Hongli, el cuarto hijo del emperador Yongzheng, reinó oficialmente del 11 de octubre de 1735 al 8 de febrero de 1796. En 1796, abdicó en favor de su hijo, el emperador Jiaqing, un acto filial para no reinar más que su abuelo, el emperador Kangxi, quien gobernó durante 61 años. Sin embargo, a pesar de su retiro, retuvo el poder supremo como Emperador Retirado hasta su muerte en 1799, lo que lo convirtió en uno de los monarcas con el reinado más largo de la historia y, al morir a la edad de 87 años, uno de los más longevos.

Como gobernante capaz y culto que heredó un imperio próspero, durante su largo reinado, el Imperio Qing alcanzó su era más espléndida y próspera, con una gran población y economía. Como líder militar, dirigió campañas militares que expandieron el territorio dinástico en la mayor medida al conquistar y, a veces, destruir los reinos de Asia Central. Esto cambió en sus últimos años: el imperio Qing comenzó a declinar con corrupción y despilfarro en su corte y una sociedad civil estancada.

Un ayuda de cámara que acompañó a una misión diplomática británica a la corte Qing en 1793 describió al emperador:

El Emperador mide unos cinco pies y diez pulgadas de alto y es de forma esbelta pero elegante; su tez es comparativamente clara, aunque sus ojos son oscuros; su nariz es más bien aguileña, y todo su semblante presenta una perfecta regularidad de facciones, que en modo alguno anuncian la gran edad que se dice que alcanzó; su persona es atrayente, y su porte va acompañado de una afabilidad que, sin menoscabar la dignidad del príncipe, pone de manifiesto el carácter amable del hombre. Su vestido consistía en una túnica suelta de seda amarilla, un gorro de terciopelo negro con una bola roja en la parte superior, y adornado con una pluma de pavo real, que es la distinción peculiar de los mandarines de primera clase. Calzaba botas de seda bordadas en oro, y una faja azul ceñía su cintura.